Un Hombre con Pasión por las almas " La entrevista."
Quizás una de las inquietudes de alcanzar como periodista de medios cristianos sea la posibilidad de entrevistar a un siervo de Dios como Carlos Annacondia.
Y...,¿Por qué a él ? sin desmerecer a los grandes hombres de Dios que nos ha dado América latina, Carlos Annacondia y su ministerio " Mensaje de salvación" son hoy en todo el mundo sinónimo de evangelismo.
Así fue que, grabador en mano, aprendí el corto viaje en tren para desandar los veinte kilómetros que pasaran a la cuidad de Buenos Aires del populoso municipio de la ciudad de Quilmes, allí se encuentran las oficinas de la Asociación Evangelística Mensaje de Salvación. De simple construcción pero a su vez muy acogedoras, uno puede sentir en ellas una "presencia especial".
Ni bien llegué fui recibido por el evangelista Carlos Annacondia. A riesgo de caer en lo repetitivo ( quien conoce a Carlos Annacondia, al menos lo a visto, oído o habrá leído algún reportaje sobre este hombre de Dios ), me arriesgaré a describirlo.
Carlos Annacondia es hombre de estatura mediana, cabello, entrecanoso se denota el paso de unos sesenta y pico de años por su vida. Su aspecto es latinoamericano, viste de manera informal sin lujos y habla con acento marcadamente rioplatense. Un hombre que trasmite a quien se encuentre con él un respeto muy marcado en contrapartida con una mirada profunda y gestos que inconfundiblemente muestran, sin embargo, a una persona de una simpleza y humildad genuina.
Carlos Alberto Annacondia nació el 12 de marzo de 1944 en la localidad de Quilmes, al sur del gran Buenos Aires, hijo de don Vicente Annacondia descendientes de Italianos, y de María Alonso, descendientes de españoles. Ambos pertenecían a una iglesia evangélica no carismática de los hermanos libres. Carlos Annacondia perteneció a esa denominación pero formalmente. Tuvo dos hermanos: Angel y José María. A los veinte años de edad comenzó una próspera carrera en el mundo del trabajo.
Con unos de sus hermanos fundó una distribuidora de bulones, arandelas y tornillos llamada "Bulonera Quilmes " mientras que su otro hermano se dedicó a la fabricación de este tipo de productos, La firma tenía un slogan publicitario profético que decía : "Al mundo le falta un tornillo . La Bulonera Quilmes lo tiene ". Hoy la sigue llamando " la misionera ", pues siempre dijo haber obtenido de ella el dinero para mantener a su familia y para poder llevar adelante sus campañas.
En 1870 contrajo matrimonio con María Rabagliatti con quien tuvo 9 hijos. El sábado 19 de mayo de 1979, en la localidad de San Justo, zona del oeste del gran Buenos Aires, conoció al Señor en una campaña evangelística del panameño Manuel Ruiz, un hombre bien conocido en los ambientes evangélicos pentecostales de la Argentina.
A partir de ese momento empezó a servir a Dios y ha desarrollado durante estos años este bagaje de lo que hoy significa y representa "Mensaje de salvación " y Carlos Annacondia para la tarea evangelizadora de la iglesia de la Argentina y gran parte del mundo.
Sentados ya cómodamente en su oficina surgía la necesidad de ser original en las preguntas, algo que soluciono el propio entrevistado ya de que una manera fluida Carlos annacondia puso en nuestras manos un mensaje de fe y esperanza, así como una acabada semblanza sobre el milenio que estamos viviendo.
¿Cuál es su visión y su expectativa por el milenio que vivimos?
Estamos viviendo como humanidad los tiempos más difíciles. Hoy vivimos inmersos en una crisis y la crisis no pasa por un país, la crisis pasa por el mundo. Vemos que ocurren acontecimientos en cualquier parte de la tierra y repercuten en todo el mundo trayendo confusión, el mundo está tan globalizado que los conflictos más lejanos lo vivimos en toda la tierra. Yo suelo decir : " Si en China se resfrían nosotros levantamos temperatura ". Aún Así, creo que estamos viviendo el tiempo del profeta Joél : " en los postreros días, dice Dios, derramaré mi espíritu sobre toda carne ..." .
Por medio de los e-mail, por la internet, por periódicos y revistas o simplemente por cartas recibimos, estamos viendo con nuestros propios ojos que hay que reverdecer de la iglesia de Cristo en la tierra, hay hambre y sed de niños como nunca antes lo he visto. Ya no es importante ni cómo viene ni de dónde viene la bendición, lo importante es que venga. Antes se pensaba que la bendición tenía que venir de los estados Unidos o de Alemania. Hoy el mundo está clamando que la bendición venga de donde Dios la quiere enviar.
Hoy muchos dicen que la reserva espiritual de la humanidad está justamente en América latina, ¿Cree que esto es así ?.
América latina no había sido visitada por el Señor como lo está siendo en estos últimos años. Esto ha hecho que se levanten ministerios, ha ungido en especial a hombres y mujeres. Están ocurriendo cosas: vemos miles y miles de personas que se convierten en toda Latinoamérica.
Por eso desde muchos países están mirando hacia esta parte del mundo y nos miran como una respuesta a lo que tanto han pedido: Recibir una visión nueva, una unción renovada del espíritu Santo para que justamente ellos puedan ganar sus ciudades, sus pueblos, sus gentes.
Hoy vemos predicadores de Guatemala, de Colombia tanto de Sudamérica como de Centroamérica predicando en lugares en los que tiempos atrás podrían haber llegado sólo si eran doctores en teología y sin embargo allí están, predicando, haciendo prodigios, milagros en el nombre de Jesús.
¿ Quiere decir esto que la iglesia se a globalizado también?
Yo creo que sí, así como los problemas se han globalizado. Hoy podemos ver un predicador de los Estados Unidos predicando en Ushuaia y un predicador de Ushuaia predicando en Alaska o en Nueva York. Ahora esto es un gran derramamiento del Espíritu Santo, justamente los que nos faltaba.
Esto quiere decir que Dios está derramando sobre toda carne, sobre toda la tierra no importa nación, no importa color de piel, lo importante es que Dios está derramando milagros hasta el punto de que a veces sus ropas queden impregnadas de un polvo de oro, muelas emplomadas milagrosamente en oro, milagros creativos, resurrección de muertos, en muchos lugares está ocurriendo esto. Por eso entiendo que el milenio que estamos viviendo es el milenio de la cosecha, es el milenio donde la iglesia, definitivamente, tiene que mirar hacia afuera.
Entre las paredes de nuestros templos y entre la gente hay un espacio donde está la droga, la violencia, la prostitución, el alcoholismo, los suicidios, la desesperanza, la necesidad. Nosotros como la iglesia tenemos la responsabilidad de salir o ocupar ese espacio que hemos dejado al diablo, que vino a hurtar, a matar y a destruir.
En ese espacio vacío se encuentran muchos, como usted bien dijo, pero ¿ existirá un sector que sea el más perjudicado y de serlo así, ¿Cuál cree que sea ?
El enemigo se a ensañado particularmente con la juventud prácticamente destruida, errante, sin esperanza, sin expectativa, poco preocupada por su futuro. Por eso la iglesia tiene la responsabilidad de salir a la calle a buscar a esa gente perdida que no tiene rumbo, que le importa lo mismo vivir que no vivir, salir adelante que drogarse, casarse o no casarse.
¿Por qué ocurre esto?
Justamente por falta de presencia de la iglesia. Tenemos que entender que un poco de culpa la tenemos nosotros por que no hemos hecho el trabajo que tenemos que hacer. Dios nos llamó con un propósito: Evangelizar, ganar las almas perdidas, mostrarles el camino, mostrarles el amor de Dios, hacerles ver que el único camino de retorno que el hombre tiene para volver a empezar de nuevo es Jesucristo, no hay otro camino. Pero eso no podemos decirlo dentro de los templos y que las paredes frenen el mensaje de Jesús.
Es necesario decirlo en la calle, donde el diablo y los poderes espirituales van a oír las verdades de Dios y donde la gente va a poder escuchar, allí donde está la necesidad en las calles. No podemos más seguir durmiendo en los laureles recordando lo que hemos vivido, los momentos de grandes avivamientos, de grandes cruzadas o de miles convirtiéndose. No podemos detenernos.
Un día terminamos una campaña en Santa Fe, estábamos satisfechos porque se habían convertido mucha gente y recuerdo que tuve que dar un saludo, pero en un momento sentí que tenía que mirar a las paredes, como que algo me decía "Mira las paredes". Yo veía las paredes pero no veía nada, hasta que de pronto siento que alguien me dice: "Estas paredes están cansadas de oír mi Palabra, el Evangelio. Es necesario sacar el púlpito a la calle para ganar a los perdidos".Y yo dije: "Pero Señor, acabamos de tener una cruzada y se ha convertido tanta gente".
Pero era como que Dios me decía "No alcanza con una cruzada de diez días, el año tiene trescientos sesenta y cinco días y no podemos parar de evangelizar, de predicar.Algunos predican, otros van a cuidar lo que ganaron, pero no podemos encerrarnos todos en la iglesia y que nadie esté ganando almas perdidas.
El templo, justamente, es necesario para que podamos llevar a la iglesia a los que ganamos. Claro que no hay necesidad de que todos salgan a la calle, pero los que tienen ministerios para ganar almas, esos tienen que estar en la calle. La misión de la iglesia es ganar a los perdidos, la misión de la iglesia es el mensaje de la cruz: Redimir al hombre por el sacrificio de Cristo. El proyecto de Dios son las almas perdidas, si estamos en otros proyectos, le estamos dando la espalda al proyecto de Dios. Por eso no podemos dejar de evangelizar.
¿Cuál sería la fórmula para lograr esto?
Dónde están puesto los ojos de Jesús? En la ovejas perdidas.
¿Dónde deben estar nuestros ojos y nuestro corazón? En las ovejas perdidas. ¿Dónde debe estar el proyecto de la iglesia? En las ovejas perdidas.
Cuando las almas vienen empiezan a convertirse, entonces la iglesia comienza a cumplir su rol.El rol de padre de sanar las heridas, de darle de comer al hambriento, de capacitar a la iglesia para que se cumpla el ciclo para seguir evangelizando.
Así como un día yo acepté a Cristo y me renovó, me cambió y me capacitó, entonces salgo a la calle a buscar a otros, como alguien me buscó a mí. Somos pescadores de almas y tenemos que pescar donde se encuentre la mayor cantidad de peces. Allí tenemos que tirar nuestras redes, no tenemos que pescar en la pecera.
Yo veo que la iglesia está saliendo a la calle en distintos lugares del mundo, con distintos proyectos. No es necesario salir en una carpa, se puede tocar timbre, llamar por teléfono, salir a las plazas, visitar a los vecinos, eso es evangelismo, salir de las cuatro paredes, salir a buscar a la gente. El método no es importante, lo importante es el proyecto.
Dios tiene un proyecto: Ganar el mundo "Hay gozo en el cielo cuando un pecador se arrepiente".
Finalmente y como era de suponer, las palabras de este hombre de Dios me fueron llevando por el derrotero de innumerables pensamientos, tuve la sensación de que el tiempo se había detenido y aún después de la despedida, embarcado ya en mi viaje de regresar para la ciudad de Buenos Aires. Y mientras acomodaba mi cuerpo en el desvencijado asiento del tren trataba de recomponer todas las ideas que aquel varón de Dios había puesto en mi corazón.
Fue en ese preciso momento en el que mirando por la ventanilla de aquel vagón, fuera de esas cuatro paredes que circunstancialmente me contenían, comprendí que lo que estaba viendo allí afuera, era la iglesia, aquella iglesia de detrás de las cuatro paredes, aquella iglesia de las ovejas perdidas, aquella iglesia a la que todos los que conocemos al Señor hemos sido invitados a predicar, aquella iglesia de la que Carlos Annacondia me había hablado.
Y...,¿Por qué a él ? sin desmerecer a los grandes hombres de Dios que nos ha dado América latina, Carlos Annacondia y su ministerio " Mensaje de salvación" son hoy en todo el mundo sinónimo de evangelismo.
Así fue que, grabador en mano, aprendí el corto viaje en tren para desandar los veinte kilómetros que pasaran a la cuidad de Buenos Aires del populoso municipio de la ciudad de Quilmes, allí se encuentran las oficinas de la Asociación Evangelística Mensaje de Salvación. De simple construcción pero a su vez muy acogedoras, uno puede sentir en ellas una "presencia especial".
Ni bien llegué fui recibido por el evangelista Carlos Annacondia. A riesgo de caer en lo repetitivo ( quien conoce a Carlos Annacondia, al menos lo a visto, oído o habrá leído algún reportaje sobre este hombre de Dios ), me arriesgaré a describirlo.
Carlos Annacondia es hombre de estatura mediana, cabello, entrecanoso se denota el paso de unos sesenta y pico de años por su vida. Su aspecto es latinoamericano, viste de manera informal sin lujos y habla con acento marcadamente rioplatense. Un hombre que trasmite a quien se encuentre con él un respeto muy marcado en contrapartida con una mirada profunda y gestos que inconfundiblemente muestran, sin embargo, a una persona de una simpleza y humildad genuina.
Carlos Alberto Annacondia nació el 12 de marzo de 1944 en la localidad de Quilmes, al sur del gran Buenos Aires, hijo de don Vicente Annacondia descendientes de Italianos, y de María Alonso, descendientes de españoles. Ambos pertenecían a una iglesia evangélica no carismática de los hermanos libres. Carlos Annacondia perteneció a esa denominación pero formalmente. Tuvo dos hermanos: Angel y José María. A los veinte años de edad comenzó una próspera carrera en el mundo del trabajo.
Con unos de sus hermanos fundó una distribuidora de bulones, arandelas y tornillos llamada "Bulonera Quilmes " mientras que su otro hermano se dedicó a la fabricación de este tipo de productos, La firma tenía un slogan publicitario profético que decía : "Al mundo le falta un tornillo . La Bulonera Quilmes lo tiene ". Hoy la sigue llamando " la misionera ", pues siempre dijo haber obtenido de ella el dinero para mantener a su familia y para poder llevar adelante sus campañas.
En 1870 contrajo matrimonio con María Rabagliatti con quien tuvo 9 hijos. El sábado 19 de mayo de 1979, en la localidad de San Justo, zona del oeste del gran Buenos Aires, conoció al Señor en una campaña evangelística del panameño Manuel Ruiz, un hombre bien conocido en los ambientes evangélicos pentecostales de la Argentina.
A partir de ese momento empezó a servir a Dios y ha desarrollado durante estos años este bagaje de lo que hoy significa y representa "Mensaje de salvación " y Carlos Annacondia para la tarea evangelizadora de la iglesia de la Argentina y gran parte del mundo.
Sentados ya cómodamente en su oficina surgía la necesidad de ser original en las preguntas, algo que soluciono el propio entrevistado ya de que una manera fluida Carlos annacondia puso en nuestras manos un mensaje de fe y esperanza, así como una acabada semblanza sobre el milenio que estamos viviendo.
¿Cuál es su visión y su expectativa por el milenio que vivimos?
Estamos viviendo como humanidad los tiempos más difíciles. Hoy vivimos inmersos en una crisis y la crisis no pasa por un país, la crisis pasa por el mundo. Vemos que ocurren acontecimientos en cualquier parte de la tierra y repercuten en todo el mundo trayendo confusión, el mundo está tan globalizado que los conflictos más lejanos lo vivimos en toda la tierra. Yo suelo decir : " Si en China se resfrían nosotros levantamos temperatura ". Aún Así, creo que estamos viviendo el tiempo del profeta Joél : " en los postreros días, dice Dios, derramaré mi espíritu sobre toda carne ..." .
Por medio de los e-mail, por la internet, por periódicos y revistas o simplemente por cartas recibimos, estamos viendo con nuestros propios ojos que hay que reverdecer de la iglesia de Cristo en la tierra, hay hambre y sed de niños como nunca antes lo he visto. Ya no es importante ni cómo viene ni de dónde viene la bendición, lo importante es que venga. Antes se pensaba que la bendición tenía que venir de los estados Unidos o de Alemania. Hoy el mundo está clamando que la bendición venga de donde Dios la quiere enviar.
Hoy muchos dicen que la reserva espiritual de la humanidad está justamente en América latina, ¿Cree que esto es así ?.
América latina no había sido visitada por el Señor como lo está siendo en estos últimos años. Esto ha hecho que se levanten ministerios, ha ungido en especial a hombres y mujeres. Están ocurriendo cosas: vemos miles y miles de personas que se convierten en toda Latinoamérica.
Por eso desde muchos países están mirando hacia esta parte del mundo y nos miran como una respuesta a lo que tanto han pedido: Recibir una visión nueva, una unción renovada del espíritu Santo para que justamente ellos puedan ganar sus ciudades, sus pueblos, sus gentes.
Hoy vemos predicadores de Guatemala, de Colombia tanto de Sudamérica como de Centroamérica predicando en lugares en los que tiempos atrás podrían haber llegado sólo si eran doctores en teología y sin embargo allí están, predicando, haciendo prodigios, milagros en el nombre de Jesús.
¿ Quiere decir esto que la iglesia se a globalizado también?
Yo creo que sí, así como los problemas se han globalizado. Hoy podemos ver un predicador de los Estados Unidos predicando en Ushuaia y un predicador de Ushuaia predicando en Alaska o en Nueva York. Ahora esto es un gran derramamiento del Espíritu Santo, justamente los que nos faltaba.
Esto quiere decir que Dios está derramando sobre toda carne, sobre toda la tierra no importa nación, no importa color de piel, lo importante es que Dios está derramando milagros hasta el punto de que a veces sus ropas queden impregnadas de un polvo de oro, muelas emplomadas milagrosamente en oro, milagros creativos, resurrección de muertos, en muchos lugares está ocurriendo esto. Por eso entiendo que el milenio que estamos viviendo es el milenio de la cosecha, es el milenio donde la iglesia, definitivamente, tiene que mirar hacia afuera.
Entre las paredes de nuestros templos y entre la gente hay un espacio donde está la droga, la violencia, la prostitución, el alcoholismo, los suicidios, la desesperanza, la necesidad. Nosotros como la iglesia tenemos la responsabilidad de salir o ocupar ese espacio que hemos dejado al diablo, que vino a hurtar, a matar y a destruir.
En ese espacio vacío se encuentran muchos, como usted bien dijo, pero ¿ existirá un sector que sea el más perjudicado y de serlo así, ¿Cuál cree que sea ?
El enemigo se a ensañado particularmente con la juventud prácticamente destruida, errante, sin esperanza, sin expectativa, poco preocupada por su futuro. Por eso la iglesia tiene la responsabilidad de salir a la calle a buscar a esa gente perdida que no tiene rumbo, que le importa lo mismo vivir que no vivir, salir adelante que drogarse, casarse o no casarse.
¿Por qué ocurre esto?
Justamente por falta de presencia de la iglesia. Tenemos que entender que un poco de culpa la tenemos nosotros por que no hemos hecho el trabajo que tenemos que hacer. Dios nos llamó con un propósito: Evangelizar, ganar las almas perdidas, mostrarles el camino, mostrarles el amor de Dios, hacerles ver que el único camino de retorno que el hombre tiene para volver a empezar de nuevo es Jesucristo, no hay otro camino. Pero eso no podemos decirlo dentro de los templos y que las paredes frenen el mensaje de Jesús.
Es necesario decirlo en la calle, donde el diablo y los poderes espirituales van a oír las verdades de Dios y donde la gente va a poder escuchar, allí donde está la necesidad en las calles. No podemos más seguir durmiendo en los laureles recordando lo que hemos vivido, los momentos de grandes avivamientos, de grandes cruzadas o de miles convirtiéndose. No podemos detenernos.
Un día terminamos una campaña en Santa Fe, estábamos satisfechos porque se habían convertido mucha gente y recuerdo que tuve que dar un saludo, pero en un momento sentí que tenía que mirar a las paredes, como que algo me decía "Mira las paredes". Yo veía las paredes pero no veía nada, hasta que de pronto siento que alguien me dice: "Estas paredes están cansadas de oír mi Palabra, el Evangelio. Es necesario sacar el púlpito a la calle para ganar a los perdidos".Y yo dije: "Pero Señor, acabamos de tener una cruzada y se ha convertido tanta gente".
Pero era como que Dios me decía "No alcanza con una cruzada de diez días, el año tiene trescientos sesenta y cinco días y no podemos parar de evangelizar, de predicar.Algunos predican, otros van a cuidar lo que ganaron, pero no podemos encerrarnos todos en la iglesia y que nadie esté ganando almas perdidas.
El templo, justamente, es necesario para que podamos llevar a la iglesia a los que ganamos. Claro que no hay necesidad de que todos salgan a la calle, pero los que tienen ministerios para ganar almas, esos tienen que estar en la calle. La misión de la iglesia es ganar a los perdidos, la misión de la iglesia es el mensaje de la cruz: Redimir al hombre por el sacrificio de Cristo. El proyecto de Dios son las almas perdidas, si estamos en otros proyectos, le estamos dando la espalda al proyecto de Dios. Por eso no podemos dejar de evangelizar.
¿Cuál sería la fórmula para lograr esto?
Dónde están puesto los ojos de Jesús? En la ovejas perdidas.
¿Dónde deben estar nuestros ojos y nuestro corazón? En las ovejas perdidas. ¿Dónde debe estar el proyecto de la iglesia? En las ovejas perdidas.
Cuando las almas vienen empiezan a convertirse, entonces la iglesia comienza a cumplir su rol.El rol de padre de sanar las heridas, de darle de comer al hambriento, de capacitar a la iglesia para que se cumpla el ciclo para seguir evangelizando.
Así como un día yo acepté a Cristo y me renovó, me cambió y me capacitó, entonces salgo a la calle a buscar a otros, como alguien me buscó a mí. Somos pescadores de almas y tenemos que pescar donde se encuentre la mayor cantidad de peces. Allí tenemos que tirar nuestras redes, no tenemos que pescar en la pecera.
Yo veo que la iglesia está saliendo a la calle en distintos lugares del mundo, con distintos proyectos. No es necesario salir en una carpa, se puede tocar timbre, llamar por teléfono, salir a las plazas, visitar a los vecinos, eso es evangelismo, salir de las cuatro paredes, salir a buscar a la gente. El método no es importante, lo importante es el proyecto.
Dios tiene un proyecto: Ganar el mundo "Hay gozo en el cielo cuando un pecador se arrepiente".
Finalmente y como era de suponer, las palabras de este hombre de Dios me fueron llevando por el derrotero de innumerables pensamientos, tuve la sensación de que el tiempo se había detenido y aún después de la despedida, embarcado ya en mi viaje de regresar para la ciudad de Buenos Aires. Y mientras acomodaba mi cuerpo en el desvencijado asiento del tren trataba de recomponer todas las ideas que aquel varón de Dios había puesto en mi corazón.
Fue en ese preciso momento en el que mirando por la ventanilla de aquel vagón, fuera de esas cuatro paredes que circunstancialmente me contenían, comprendí que lo que estaba viendo allí afuera, era la iglesia, aquella iglesia de detrás de las cuatro paredes, aquella iglesia de las ovejas perdidas, aquella iglesia a la que todos los que conocemos al Señor hemos sido invitados a predicar, aquella iglesia de la que Carlos Annacondia me había hablado.
Extraído de: www. sigueme.com/entrevistas/